Sembrar
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El maestro aparece cuando el discípulo está preparado.
Me gusta pensar que cada día nos encontramos con muchos maestros. Por un lado están los sabios reconocidos e indiscutibles, por otro están aquellos que con su ejemplo nos enseñan justo lo que no hemos de hacer. También quedan las personas normales, esos que encontramos en cualquier sitio y que involuntariamente nos enseñan cosas, si estamos como dice la frase del principio…: preparados para aprender.
Esta frase siempre me ha llamado la atención. Desde mi punto de vista puede suponer tanto como decir “no encontrarás la respuesta hasta que seas consciente de cuál es tu pregunta. ” O lo que es lo mismo… “sólo ves aquello en lo que focalizas tu atención.”
Desde hace tiempo —por razones obvias— tengo muchas dificultades para conectar con las personas a las que atiendo cada día en la consulta. Sin embargo a veces hay más suerte y estoy preparado (como en la frase) para aprender de los muchos maestros que me encuentro cada día.
Hoy recuerdo a un hombre mayor que pronunció hace tiempo una frase muy conocida: “Recoges lo que siembras”. Así de sencillo. Y es que todos somos mucho más fértiles de lo que creemos. Al final… Todo lo que sembramos en nuestra mente o nuestro corazón: Crece.
Todo crece de una forma u otra.
Me pregunto ¿Qué estamos sembrando ahora? ¿Qué estamos sembrando sino una continua catarsis?
La catarsis es necesaria en muchas ocasiones. De hecho puede ser beneficiosa a la hora de desahogarse y liberar tensiones. Pero también es cierto que puede llevarnos a un estado de bloqueo destructivo. A una situación de parálisis en medio de un bucle imparable de quejas, desazón, rabia, desesperanza y odios.
Si únicamente sembramos catarsis, está claro que no es bueno lo que va a crecer. Y esto no es lo peor. Pronto aparecerán los “salvadores entre comillas”. Esos que arrastran a las personas. Que las manipulan para su propio beneficio.
“Salvadores entre comillas” que logran que su opinión, por ser la que suena más alto, parezca la única correcta.
Salvadores que utilizan las emociones bloqueadas en su bucle de negatividad para convertirnos en personas que jamás hubiéramos querido ser: iracundos, pusilánimes, tristes y sobre todo manipulables.
Yo creo que necesitamos sembrar cosas diferentes.
Es ahora, cuando en medio de tantas incertidumbres resultamos más vulnerables. Ahora más que nunca es cuando necesitamos sembrar con algunas semillas de positividad ¡Sin manipuladores! ¡Sin lobos disfrazados de salvadores!
Me encanta la expresión: Optimismo inteligente.
No me refiero al optimismo cándido ni a palabras huecas que no aportan nada. Pensar con optimismo es poner el foco en soluciones. Hacerlo con actitudes sensatas, razonadas y ¿Por qué no?… amables.
Esto me lleva a pensar que el que siembra un optimismo inteligente termina por recolectar las mejores respuestas a preguntas como… ¿Qué se puede hacer? Dentro de mis posibilidades… ¿En qué puedo ayudar? ¿Cuál puede ser mi mejor servicio?
A veces uno cree que no puede hacer mucho pero, con dejar de quejarse, enredar y enturbiar inútilmente, podría hacer mucho más de lo que piensa.
Las soluciones, como las semillas necesitan ser sembradas en la tierra idónea, regadas y cuidadas .Con paciencia terminarán germinando en soluciones reales. Soluciones inteligentes porque habrán nacido de la “lectura interior”* del pensamiento y la acción de cada uno de nosotros.
Cuando dentro de unos años pensemos en el 2020, todos lo recordaremos como el año del coronavirus. Lo haremos con un montón de emociones y también estoy seguro de que cada uno lo sazonaremos con nuestras propias anécdotas. Nuestra particular manera de haber vivido aquellas llamadas por video, las colas en los supermercados o las canciones del dúo dinámico sonando por las ventanas.
Si sembramos nuestras mejores soluciones y tenemos la gran paciencia de los agricultores: estoy convencido de que recordaremos este año como se recuerdan las batallas que se terminan por ganar: con mucha emoción, alguna lágrima e incluso con una exigua sonrisa de melancolía.
Javier Bris Pertíñez
* Inteligencia: Intus legere o leer por dentro