CANSANCIO

/ admin / Comentarios Inteligencia emocional , LIDERAZGO y MOTIVACIÓN , Salud

Si alguien me preguntase cuál es el síntoma que con más frecuencia está apareciendo  estas últimas semanas en mi consulta, tengo muy clara la respuesta: este síntoma es el cansancio. Muchas personas consultan  directamente por él y dicen que  últimamente se encuentran agotadas.  Otros consultan por cosas diferentes pero la palabra cansancio aparece a lo largo de la entrevista o lo hace con otros nombres equivalentes como agotamiento, debilidad, desánimo…

No dejo de escuchar frases del estilo de: “antes subía andando las escaleras de mi casa pero ahora no puedo ni dar tres pasos…”

El cansancio es uno de estos síntomas genéricos que a veces pueden ser indicativos de la presencia de una enfermedad física o mental. Otras veces puede no tener importancia desde el punto de vista médico. En otras ocasiones el cansancio forma parte de algo a lo que podríamos llamar “Enfermedades de la colectividad”.

Yo diría que gran parte del cansancio que vivimos estos días es el   resultante del agotamiento que solemos tener en esta época del año  junto con algunas peculiaridades que en esta ocasión hacen de él un cansancio  más específico.

Podríamos decir que, en este caso,  se mezclan tres componentes:

  1. El calor implacable del verano.
  2. El grave problema que compartimos todos con el tema del COVID y lo que esto implica: muerte, enfermedad, confinamiento, limitaciones, rebrotes… miedo.
  3. El agotamiento tras un curso especialmente raro para todos: para los que han estado encerrados en casa y para los que hemos tenido que trabajar al máximo de nuestras fuerzas. Por no referirme a todos aquellos que además han sufrido pérdidas en lo referente a su situación personal, familiar o laboral.

 

Yo no sé qué haría si hubiera tenido que ejercer de líder en una situación como la actual. Y no me refiero sólo a los políticos de siempre. Hablo de todas las personas que tienen que liderar como parte de sus funciones personales o profesionales. Creo que esta es una situación sin precedentes y cualquiera que tenga que tomar decisiones tiene muy pocas evidencias sobre las que apoyarse. Esta es una razón por la que me parece que podría resultar un poco injusto  criticar despiadadamente todo lo que hagan los que están por encima de nosotros. Sea desde el  nivel que sea.

Sin embargo hay algo que sí debiéramos exigir a todos los líderes. Algo que es de “primero de liderazgo” y sin embargo cuesta trabajo reconocer en muchas personas que ocupan puestos de responsabilidad. Se trata de dos conceptos muy simples: La coherencia y el ejemplo.

Son dos conceptos que suelen aparecer muy unidos ya que, el ejemplo es casi siempre  consecuencia de la coherencia.

La gente no puede comprender por qué resulta tan difícil para algunos líderes ser coherente:  Decir que para salir de esta es necesario que todos rememos en la misma dirección y hacer justo lo contrario en cuanto tienes que decidir entre tus intereses inmediatos y los del conjunto…  no es ser coherente. La razón de la aparente falta de coherencia es que para ser coherente no es sólo necesario alinear lo que se hace con lo que se dice. Según F. Yuste, uno de los mejores coach que existen actualmente en nuestro país, existe un tercer elemento que también es necesario añadir. Esto es: lo que realmente se piensa. Así pues, un líder es coherente cuando coinciden en la misma línea aquello que realmente se piensa con lo que se dice y lo que se hace. De no ser así, la credibilidad de un líder no resulta mayor a la de cualquier individuo  que simplemente desea vender su producto.

 

Respecto al ejemplo tampoco se trata de un concepto difícil de entender. Se trata de ser ejemplo  en aquello sobre lo que estás liderando. Muchas personas ven en sus líderes reflejos de sus propias proyecciones y cuando perciben la ausencia de ejemplo, lo que se produce es una gran desazón. Un desencanto que se traduce en más desánimo  y que, irremediablemente, conduce  a que el  cansancio al que me estoy refiriendo sea mucho mayor.

Así pues:   Si hablas de austeridad tienes que ser ejemplo de austeridad. Si hablas de honradez tienes que ser ejemplo de honradez. Si hablas de sacrificarnos todos por el bien común has de estar en condiciones de mostrar cuál es tu propio sacrificio.

Si mi modesta voz pudiera llegar a alguien, me gustaría lanzar una alerta a todos los líderes: Se está gestando un nuevo proceso de enfermedad: el Cansancio Social. Su abordaje no es solamente sanitario. Se trata de un problema para el que se necesita la implicación de  muchos más actores. Implicación para cuyo engranaje necesitamos buenos líderes: Lideres inteligentes, preparados y con una visión que supere la del cortoplacismo de sus propios intereses. Líderes dispuestos a ceder el testigo si no logran los objetivos necesarios para hacer frente a la gravedad del momento. Líderes que no jueguen a construir fortalezas infranqueables tras las  puertas de sus despachos.  Líderes, en suma,  que tengan aprobadas las dos asignaturas fundamentales de primero de liderazgo: LA COHERENCIA Y EL EJEMPLO.

Javier Bris Pertíñez

 

 

  • Yuste F. Herramientas de coaching ejecutivo. Desclée de Brouwer 2014

Deja tu comentario: