El valor de la intención

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“Obrar con intención, con primera y con segunda intención

…Y entender la intención del otro, descubre las tinieblas revestidas de la luz.”

Hace algunos meses me he propuesto cada día leer algún aforismo del libro “El arte de la Prudencia” de Bastasar Gracián  uno de los pensadores más influyentes del Siglo de Oro, la frase con la que comienzo este post resume una idea que trasciende el tiempo: la importancia de vivir con un propósito.

 En un mundo donde las distracciones son constantes, actuar con intención nos permite mantener el rumbo y encontrar un significado en nuestras acciones comprendiendo también  nuestras relaciones con los demás.

“Desde hacía tiempo Torcuato se notaba como raro, con menos fuerzas. Sin alegría. No comprendía cual era la razón por la que se encontraba así.  Ya habían pasado varios meses desde que se había jubilado y no le había quedado paga maja. Mal que bien, ya tenía una asignación fija para lo que le quedaba de vida. Además los suyos estaban bien. Muy bien de hecho. Tanto que podríamos decir que prácticamente no le necesitaban.

Aquella mañana mientras se miraba  al espejo se preguntó: Pero bueno a ti ¿Qué es lo que te pasa?

Entonces se dio cuenta, le faltaba la intención.

Este breve relato ilustra una experiencia común para muchas personas. Sin un objetivo claro, las circunstancias de la vida pueden llevarnos a un estado donde nuestras acciones carecen de dirección. Gracián describe la “primera intención” como el propósito inicial que impulsa nuestras acciones: un objetivo consciente que nos mueve hacia adelante. Sin embargo, también enfatiza la “segunda intención”, que implica pensar más allá del momento presente, anticipando las consecuencias y alineando nuestras decisiones con un propósito a largo plazo.

La intención es, en esencia, el hilo conductor que da sentido a la vida. Cuando actuamos con un propósito claro, nuestras acciones se vuelven significativas, y nuestra existencia adquiere coherencia. Reflexionar sobre la intención nos ayuda a dirigir nuestras energías hacia aquello que realmente importa.

Hoy se conmemora el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, y no puedo evitar pensar en el libro El hombre en busca de sentido, escrito por Viktor Frankl, un médico y superviviente de los campos de concentración nazis. En su obra, Frankl comparte cómo incluso en las circunstancias más extremas, quienes lograban encontrar un sentido a su vida tenían mayores probabilidades de sobrevivir. “Quien tiene un porqué para vivir, casi siempre encontrará el cómo”, escribe Frankl, recordándonos que el propósito es una fuente de fortaleza incluso en los momentos más dramáticos.

La experiencia de Frankl resuena profundamente con la reflexión de Gracián. Ambos coinciden en que la vida adquiere significado cuando se vive con intención. Sin embargo, encontrar ese “porqué” no siempre es sencillo. Muchas personas, como Torcuato en la historia inicial, llegan a un punto de sus vidas donde, después de alcanzar sus metas,  parecen haber perdido el propósito que guíe sus pasos. En estos momentos, es crucial redescubrir nuestra intención y conectarlo con aquellas acciones que le dan sentido.

La Intención en las Relaciones Humanas

Gracián también enfatiza que la intención no solo afecta nuestras acciones individuales, sino también nuestras interacciones con los demás. En un mundo donde las apariencias pueden engañar, comprender la intención de los otros nos permite distinguir entre lo auténtico y lo superficial. Como dice el autor: “Entender la intención del otro descubre las tinieblas revestidas de luz”.

Desarrollar esta capacidad de discernimiento es una herramienta poderosa en nuestras relaciones. Nos ayuda a construir conexiones más genuinas, evitando malentendidos y manipulaciones. Al mismo tiempo, también nos invita a reflexionar sobre nuestras propias motivaciones: ¿Actuamos de manera genuina, o nuestras acciones están impulsadas por intereses ocultos? La introspección y la honestidad con nosotros mismos son fundamentales para actuar con autenticidad.

Hoy, al reflexionar sobre esta máxima de Gracián, te invito a hacer una pausa y preguntarte: ¿Cuál es la intención que guía tus pasos? Al responder esta pregunta, podrás comenzar a vivir con mayor claridad y propósito, lo que repercutirá tanto en tu vida como en la de quienes te rodean.

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