ELOGIO A LA AMABILIDAD

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“Los malos modos tolo lo corrompen, hasta la justicia y la razón.

Los buenos todo lo remedian: doran el no, endulzan la verdad y hermosean la misma vejez”

El Arte de la Prudencia. Baltasar Gracián.

Si tuviera que elegir el nombre de mi sabio de cabecera, este sin duda sería Baltasar Gracián. Me gusta la cita con la que comienzo este post y especialmente la última frase  “ … los buenos modos todo lo remedian … hermosean la misma vejez”.

Mi abuelo decía algo así como: “los viejos, ya que viejos; al menos educados, bien vestidos  y limpios”. Esto no era más que una forma de expresar la necesidad que todos tenemos de compensar aquellas carencias sobre las que no podemos hacer nada.

Sería una estupidez llevar esta reflexión al extremo y pensar algo así como que alguien por el simple hecho de ser joven y atractivo  pueda permitirse ir por ahí actuando sin educación, sucio y hecho una pena.  Sin embargo algunas personas  actúan así y parecen no darse cuenta de cómo su soberbia o agresividad afectan a los demás. Seguramente su comportamiento sea fruto de pensamientos no del todo conscientes al estilo de, “yo tengo la razón, tú estás equivocado… por lo que te puedo machacar con mis malas formas…”

Vivimos en unos tiempos en los que cada vez se percibe menos amabilidad.  Basta con seguir muchas redes sociales, escuchar a nuestros políticos o seguir las tertulias en los medios de comunicación. Pero esto no es  algo que suceda en mundos ajenos a nuestro día a día . Está  en nuestra vida real, desde el momento en que alguien non toca el claxon por la calle hasta que nos ponemos en la cola del centro de salud o del supermercado…

Basta  con que alguien haga una cosa que no me parece bien para que el sentimiento de ira florezca como un rayo. Creo que merece la pena tomarnos un momento para reflexionar sobre el valor de la amabilidad  en nuestras relaciones pues tiene un efecto positivo no sólo sobre quien recibe este comportamiento amable sino también sobre aquellos de los que parte.

A continuación te doy algunos argumentos:

Argumentos que respaldan la importancia de la amabilidad

El trato amable se fundamenta en el respeto, un principio esencial de la ética. La amabilidad es su manifestación práctica, especialmente en contextos vulnerables como el cuidado médico. Al ser amable, reconocemos al otro como un ser humano valioso y digno de atención.

En segundo lugar, la amabilidad contribuye a la generación de un ambiente de “seguridad” porque hace que el otro se sienta respetado y comprendido. Hace tiempo escuché a Francisco Yuste una frase  que como muchas de las suyas no tuve más remedio que apuntar: “la confianza es la moneda de cambio de la seguridad”  Esto es, si quieres que alguien confíe en ti,  antes has de haberle dado seguridad y el comportamiento amable contribuye mucho a ello.

 Resulta absurdo ver como algunos van por ahí diciendo ¿Es que no confías en mí?  Cuando en su experiencia, sus actitudes y sus formas no desprenden ninguna seguridad.

En tercer lugar podríamos decir que la amabilidad favorece  que aquello que es simplemente legal trascienda a ser considerado justo lo cual resulta mucho más satisfactorio. Con la amabilidad  se está considerando la aplicación de otros términos como sensibilidad o empatía lo que  el otro capta de manera que pasa de ser una “fría norma que tengo que cumplir” a ser una realidad más justa que me tiene en cuenta y que como persona y ciudadano debo respetar.

Argumentos sobre los beneficios de la amabilidad para quien la practica

Cuando realizamos un acto amable, nuestro cerebro activa ciertos circuitos que promueven el bienestar: Se liberan endorfinas conocidas como las “hormonas de la felicidad” que generan sensación de calma  o satisfacción similar al que sentimos cuando hacemos ejercicio o reímos. Así pues podríamos decir que la química del cerebro actúa al servicio de la amabilidad.

Por otro lado actuar con amabilidad refuerza nuestra identidad como personas éticas y empáticas. Esto no solo mejora nuestra autoestima, sino que también nos da un sentido de propósito y conexión con el mundo. Saber que hemos contribuido positivamente mejorar en algo  la vida de alguien nos ayuda a sentirnos útiles.

Existen estudios que muestran que las personas que practican actos de bondad de forma regular tienen menores niveles de ansiedad. La amabilidad promueve un enfoque externo (centrado en el otro) que nos aleja de pensamientos obsesivos o negativos sobre nosotros mismos. Además, al construir relaciones positivas, somos más resilientes ante el estrés o situaciones complejas en nuestra propia vida.

Por último podríamos añadir  que la amabilidad genera círculos de reciprocidad: Cuando somos amables, aumentamos las probabilidades de que esa amabilidad sea correspondida, no solo por la persona que la recibe, sino por terceros que la observan. Este “efecto contagio” crea una red de apoyo social que, también  beneficia a quien la practica.

En conclusión:

La amabilidad no es una simple cortesía; es un acto de resistencia contra la indiferencia y la agresividad. Es un recordatorio de nuestra capacidad de construir relaciones justas y humanas. 

Ser amable no solo mejora nuestras relaciones y nuestro entorno, sino que también  nos ayuda a ser más felices, resilientes y emocionalmente equilibrados. Es un regalo mutuo, tanto para quien da como para quien recibe

En un mundo como el nuestro, la amabilidad es, más que nunca, una virtud revolucionaria.

¿No deberíamos reflexionar sobre esto?

Javier Bris Pertíñez

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