Sobre el final de la huelga de los MAP (Médicos de Atención Primaria). Las verdades del barquero.

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He oído muchas veces hablar de las verdades del barquero. Y he leído diversas versiones sobre el origen de esta historia, del número de verdades y del desenlace final de la misma. Aquí va una historia que recoge los hechos más comunes que he encontrado en casi todas ellas:

Había una vez un barquero que vivía consagrado  a su profesión. Se dedicaba a cruzar  personas de un lado a otro del río a cambio de una discreta cantidad de  monedas. Una vez se le acercó un estudiante que le pidió que le cruzase con bastante urgencia. El estudiante no tenía dinero pero aseguró al barquero:

―Si usted me pasa a la otra orilla  le contaré tres  verdades tan útiles que podrán cambiar su vida―. El barquero, que ya había sido engañado en más de una ocasión, se negó al principio pero, después de pensarlo mejor aceptó con una condición: Si no eran verdades irrebatibles, el estudiante debería  pagarle el doble en el viaje de vuelta.

Llegados a este acuerdo y tras comenzar el viaje, el estudiante comenzó a recitar sus verdades:

―Primera verdad: “Al pan duro, duro,  mejor este que ninguno.”―No parecía una verdad muy impactante pero era, desde luego irrebatible. Al barquero no le quedaba más remedio que asentir y seguir remando.

―Segunda verdad: “Al zapato malo, mejor es en el pie que no en la mano”―Tampoco parecía una verdad muy interesante. Al parecer, en aquella época existía  costumbre, entre la gente humilde,  de quitarse los zapatos cuando el suelo estaba embarrado para no estropearlos. Así  pues, de nuevo la astucia del estudiante iba ganando la partida pues el barquero no podía hacer otra cosa que seguir remando sin rechistar.

Algunos autores hablan de otras verdades que el estudiante iba recitando pícaramente al barquero para hacer tiempo hasta llegar a la otra orilla del río. Muchas ya, son parte de nuestro refranero:

“El que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas”.  “Quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro”…

Por fin, llegando  a la orilla el estudiante pronunció lo que muchos llaman la tercera verdad:

―“Si a todos cobras lo que a mí, entonces… ¿Tú qué haces aquí?”

Según cuentan, aquella verdad dolió especialmente  al barquero.

Existen muchas continuaciones a esta historia. Algunos dicen que, a pocos metros de la orilla, mientras el estudiante se regodeaba  ante el barquero,  la barca se hundió y aquel estudiante tan listillo resulta que no sabía nadar. Se terminó ahogando  delante del mismo barquero que nada  pudo hacer por salvarle.

 Otros cuentan que, al contrario, ante la tercera verdad, el barquero agradeció así al estudiante: “Esta es la más grande de las verdades que me has dicho porque oficio que no da de comer a su dueño es  tontería ejercerlo”.

Según esta versión, aquella tercera verdad resultó especialmente útil al barquero pues,  tal y como había vaticinado el estudiante,  hizo que cambiaran muchas cosas en su vida. Tanto   en la concepción  de su trabajo como en el concepto de sí mismo.

El sentido de las “verdades del barquero” está en que son verdades que casi siempre duelen pero ojo, aquí lo más importante, son verdades que enseñan.

Estamos ya muy  entrados en marzo. Por fin se acabó la huelga de los MAP

He estado de  huelga con pleno convencimiento  durante los primeros meses aunque no sería del todo sincero si en las últimas semanas no me hubiera dejado invadir por una cierta sensación de “desencanto” ante el estancamiento  en el que parecía estar la situación.  Tenía la sensación de que aquel primer eslogan que  hablaba de “Volver a ilusionarse por La Atención Primaria”  se me hubiera quedado grande.

En ocasiones he pensado en estas verdades del barquero e incluso me  he imaginado al MAP remando en una barca metafórica, conversando con aquel  pícaro estudiante:   ¿Qué se dirían? ¿Qué verdades podrían sonar que hiciesen reflexionar al MAP y le pudieran ayudar a conducir su barco hacia la orilla correcta?

Se me ocurre que tal vez algunas pudieran  ser:

  1. Te lo pregunto de una vez: ¿Conoces el principio de la escasez?

Cualquiera sabe que las cosas que son más escasas resultan más preciadas. No es necesario ser ninguna lumbrera para comprender que cuando algo que al principio era más abundante comienza a escasear su valor aumenta: El agua, la electricidad, incluso el tiempo…

 ¡Todo!

 Pues bien, ahora escasean los Médicos de Atención Primaria.  Es como si, en los principios de  nuestro sistema, todo estuviera preparado para una sobreabundancia de Médicos de Atención Primaria y una escasez de los demás.  El MAP  parecía ser un recurso que se pudiera utilizar hasta casi el derroche: ¿Necesita un informe del tipo que sea? Pues corriendo al MAP ¿No pudo ir a trabajar antes de ayer porque estaba indispuesto/a? Que el MAP se lo justifique. ¿Su especialista tiene mucha demora? Hable con su MAP y que éste vea como se lo arregla…

¿Se da el alta hospitalaria  a un paciente sin haberse estabilizado  su dolencia? Pues… ¡Acuda a su MAP ahora mismo!  De hecho, yo diría que la única recomendación que nunca se olvida incluir en cualquier informe de alta es esta: “Control por MAP”

 Es como si se pensara  que el MAP, como recurso inagotable,  tiene el poder sobrenatural de multiplicar sus actos médicos y solventar todo tipo de  atenciones sin importar a nadie que sean infinitos los listados de problemas que este tenga que atender.

Pues bien, el problema, ahora, es que cada vez hay menos MAP.  Unos porque se están jubilando, otros porque no soportan la presión asistencial y otros;  más jóvenes y menos rehenes de las  cargas económicas de la vida,  porque sencillamente han decidido que  no quieren hacer determinadas cosas. Al menos, no a ese precio.

Así pues, médico barquero, ¿Te lo has preguntado? ¿Cómo tienes planteado el principio de la escasez?

Otra “verdad” podría ser:

2. “Esta vez, así te lo digo, que no te pase como a Don Rodrigo”

Con esta verdad el barquero tal vez podría reflexionar sobre  una parte de la historia tal y como me comentó mi compañero y amigo Luis García Sánchez Molina:

 Don Rodrigo Calderón  era el hombre de confianza del Duque de Lerma, valido del rey Felipe III. Resultó  que el Duque se había hecho inmensamente rico tras cometer un gran número de actos de corrupción por los abusos cometidos desde  su cargo como valido.

 Cuando llegó el  momento en que salieron a la luz  graves acusaciones  contra el Duque, fue Don Rodrigo quien resultó ejecutado para calmar la indignación del pueblo.  Resultaba que el Duque de Lerma no podía ser ajusticiado ya que: ¡Oh casualidad! Acababa de serle concedido el título de cardenal.

Aun así, el pueblo se dio por satisfecho con la ejecución de Don Rodrigo. Se acabaron sus protestas tras la muerte de este aunque no fuese el auténtico responsable de aquellos actos.

Últimamente no he hecho sino escuchar el nombre de  personas cuyas declaraciones pueden resultar muy criticables. He observado cómo se pedían una y otra vez sus cabezas  como si esto fuese la auténtica solución para abordar el problema de los MAP y de toda la Atención Primaria.

Yo creo que la búsqueda de soluciones no debería pasar  por el acto simplista de  atacar a las personas. Esto no produce más que un derroche de energía. Malgastarla contra algunos personajes que, a veces, no son sino el parapeto de los auténticos responsables o grupos de responsables.

Responsables  cuyas intenciones se siguen manteniendo aunque el precio a pagar sea la cabeza de alguno de sus peones. Como pasó a  Don Rodrigo  Calderón.

3. “Expectativas que no has de cumplir,  no las hagas repartir”

Como antes comenté,  en las primeras semanas de la huelga   leí un eslogan que decía algo así como: “Vuelve a ilusionarte con la primaria”.

¿Qué sucedió?

Pues que me ilusioné de verdad. Supongo que como muchos de mis compañeros.

Sin embargo,  con el transcurso de las semanas,  comencé a percibir  sensaciones como  desencanto,  bloqueo, cansancio… Era como si estuviese a punto de cumplirse aquello de que  cuanto más alto se sube, más dolorosa resulta la caída. En este caso se trataba de  la caída de la “vuelta a la desilusión”.

Afortunadamente,   se ha puesto fin a esta huelga. Quedan muchas cosas que mejorar. Desde luego  no sería justo desaprovechar la ocasión de reconocer a todas las personas que se han dejado tantas horas de su tiempo, tanto esfuerzo  y tanta capacidad de liderazgo por defender la dignidad del trabajo de los MAP.

Mi gratitud y reconocimiento a todos.

Gracias a todos  vosotros que,  sentados a “uno u otro lado de la mesa” habéis sido capaces de diseñar juntos un proyecto basado en palabras  como: entendimiento, compromiso  y buena fe.

Me surgen dudas sobre cómo se podrán plasmar en la realidad algunas cuestiones que se han acordado como por ejemplo, el cumplimiento de las agendas. Sin embargo, no sólo quiero: ¡Necesito! … pensar que  no se parará hasta  encontrar las fórmulas necesarias para cumplir la palabra dada y… firmada.

La palabra dada y cumplida define la integridad de  las personas y las instituciones a las que representan.  Aquellos  que crean  expectativas y no las cumplen  están condenados a desilusionar, a que  disminuya la seguridad que generan y en definitiva  a perder su credibilidad.

 La generación  de seguridad  es siempre  fundamental para poder ejercer cualquier tarea relacionada con el liderazgo. Aunque existe una cualidad más que no sólo define al líder yo diría que afecta a la persona en su integridad: El compromiso.

El compromiso no es algo que se pueda diluir como las gotas en el aire. Ante el compromiso  no vale  escapar por la puerta de atrás si aparecen  nuevos problemas.  El compromiso  es el excipiente sobre el que toma  forma  la palabra de las personas. Y no olvidemos:  “Uno es, esencialmente,  su palabra.”

Dentro de poco comenzará una nueva etapa con campaña electoral incluida. Supongo que muchos de los que van a decidir cosas de nuestro futuro,  estarán ya calentando motores y preparando   sus  correspondientes programas, debates y discursos.  Pues ahí va esta tercera verdad:

“Expectativas que no has de cumplir,  no las hagas repartir”

Existe una frase que me encanta: “El maestro aparece cuando el discípulo está preparado”

Quiero pensar que,  después de todo, al barquero le fue muy bien tras  aquella experiencia con el estudiante. Y sobre todo quiero pensar que al médico barquero  le ha de ir  todavía mejor. Después de tantos días remando en la barca de las incertidumbres tal vez ha llegado el momento de que, pies en tierra,  camine sobre suelo firme.

Quedan muchos pasos que dar.

 Tal vez ahora sea el estudiante quien se quede a los remos de  la barca y levantando su mano despida al MAP con una penúltima verdad. Un último aforismo para este nuevo camino:

“Un consejo para tus pies: ¡Paciencia, Constancia y Fe!”

Javier Bris Pertíñez

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