LA VANIDAD Y LA MUERTE

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Tú eres  una ciudad única.

y una célula más en  la ciudad universal  

 

 

Érase  una vez… dos caballeros, ambos  querían ser los dueños absolutos de una hermosa ciudad a la que algunos  llamaban: “Hombre”.

 

Sus disputas  eran continuas. Sus peleas,  cada vez más  despiadadas. Lo que entre ambos había surgido era más fuerte que el mero hecho de competir por el poder. Se trataba de puro odio.

 

Cuentan que esto llegó  a los oídos de un viejo mago. Un día  les hizo llamar y dijo:

 

“La ciudad no puede estar a expensas de vuestros odios y deslealtades. Deseo  que finalmente se acaben  las peleas. Para que así sea, os concederé a cada uno los dones que necesite. Mañana mismo os recibiré en mi casa.”

 

Al día siguiente, el primer caballero habló rápido pues traía muy  bien preparado su discurso ante el mago: “Lo que yo quiero es machacar a mi enemigo. Convertirme en el dueño  de todo el poder . Deseo ser  el  más fuerte. Tener la última palabra y quedar siempre por encima.  Los hombres y las mujeres me seguirán e incluso me temerán. Formaré un ejército de incondicionales dispuestos a darlo todo  por mí. Mi ventaja será infinita”.

 

Cuentan que al mago no le gustó nada la petición del primer caballero pero como había dado su palabra, decidió conceder  a este lo  que le pedía. Entonces dijo: Para conservar lo que me has pedido deberías tener más de cien castillos y necesitarías más de cien ejércitos. Te concedo una manera de  poseer todo esto y de que el mundo sea consciente de tu poder. Para ello adoptarás un nuevo nombre el cual te acompañará siempre. A partir de hoy te llamarás… “Vanidad”.

 

El segundo caballero quedó muy  consternado y no tardó en  quejarse al mago: “No me parece justo. Le has dado a él todos los poderes. Ahora yo no podré hacer nada por vencerle. Por tu culpa me he situado en una posición de gran desventaja”

 

—Te confundes caballero —respondió el mago— Tú puedes alcanzar un poder más grande que tu enemigo. Si sabes utilizarlo, terminarás siendo  el ganador de todas las batallas.

— ¿Qué poder es este?

— Espera — respondió el Mago — ¿Qué espere? ¿Ese es el poder que me concedes? ¿Esperar a qué?  ¿Acaso te estás riendo de mí?

 

El segundo caballero, no podía contener su ira.

 

— ¡Espera!— Insistió el mago y señalándole con su gran bastón exclamó: —¡Te estoy concediendo ser  en el vencedor final de todas las batallas!

 

Algunos cuentan que el Mago deseaba conceder  al segundo caballero  varios dones como la sabiduría, la paz interior y el amor por su trabajo. Estos tres dones unidos siempre triunfarían  sobre la vanidad. Sin embargo, el segundo caballero  no quiso escuchar  y presa de su ira dio muerte al mago con un fuerte golpe de espada.

 

Los dones que habría de recibir no tuvieron tiempo de ser comprendidos. Sin embargo permaneció el efecto de la frase que pronunció el mago antes de morir: “Te concedo convertirte en el ganador definitivo de todas las batallas”

 

Dicen que el mago, unos  momentos antes de exhalar su último aliento miró su herida y señalando al segundo caballero pronunció  una frase con la que también le daría un nuevo nombre: “Te llamarás Muerte”.

 

Desde entonces cuentan que, en  esta vieja  ciudad llamada hombre,  se libra una  eterna batalla entre estos dos viejos caballeros: la vanidad y muerte. Victoria que, como ya predijo el mago,  siempre e  irremediablemente termina ganando el último.

 

Javier Bris Pertíñez

 

 

NOTA: Cuando escucho las noticias o leo lo que piensa la gente a la que sigo,  me vienen a la cabeza imágenes de  personas que bien podrían estar representadas  por los  personajes de este  cuento.

 

 

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