SOBRE el DESTINO…

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Erase una vez un pueblo muy pequeño en el que vivía Teófilo, un viejo pastor. Este había dedicado toda su vida al cuidado de las ovejas de su patrón. Solía decir que le hubiera gustado saber escribir para hacer poemas de amor a Cristina, la hija de un terrateniente a la que siempre había amado en secreto.

Aunque jamás llegó a escribir. Teófilo había desarrollado una curiosa habilidad. Como si de un diario se tratase, cada atardecer dibujaba a lápiz en su cuaderno las cosas que le habían sucedido ese día, lo hacía con tal avidez y era tan grande su entrega que,  con el paso de los años llegó a adquirir una cualidad sorprendente: Había desarrollado la capacidad para dibujar no sólo lo que le había sucedido ese día sino también, lo que estaba a punto de suceder en el día siguiente. Incluso fue tal la práctica que adquirió Teófilo que también era capaz de plasmar en sus dibujos lo que podría pasarle al cabo de una semana, un mes, un año, cinco…

Comenzó a hacerse muy conocido por este don entre los pueblos de alrededor. Esto llegó a los oídos del gobernador que un día decidió acudir en  su carruaje y, acompañado de sus ayudantes hablar personalmente con Teófilo. Quería que éste le contase cómo había desarrollado esta curiosa habilidad que podría resultar tan útil para cualquier hombre, especialmente para alguien de su posición.

Era la mañana de un veintinueve de septiembre, día de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. El Sol  acariciaba sutilmente la cara del gobernador y sus acompañantes. El silencio reinaba en la puerta de la casa de Teófilo y sólo se veía interrumpido por el ruido cercano de las ovejas.

El gobernador y sus hombres, llamaban insistentemente a la puerta de la casa del pastor.

¡Teófilo! — Gritaban mientras aporreaban su puerta

No contesta, se habrá ido con sus ovejas—comentó uno de los ayudantes del Gobernador. Al final uno de ellos dijo: — Si este hombre hubiera desarrollado la  habilidad para predecir el futuro, seguro que habría sabido que hoy vendría a verle el gobernador y no se habría movido de su casa—. Todos asintieron y partieron de nuevo, un tanto desilusionados, de vuelta a su carruaje.

Pasaron varios días sin que nadie supiese nada del viejo pastor. En el corral se escuchaba el ruido de las ovejas agitadas y  hambrientas cuya presencia habían pasado por alto aquellos hombres. Finalmente, unos cuantos vecinos decidieron echar abajo la puerta de la casa de Teófilo. Allí, es su cama, encontraron el cadáver del viejo pastor. En su cara se percibía la sonrisa  que muestra el sueño pacífico que todo hombre de bien espera en el final de su vida.

Los vecinos encontraron varios cuadernos llenos de dibujos, cada uno tenía inscrita una fecha. En el cuaderno que marcaba el día 24 de septiembre de aquel mismo año, el día antes de la muerte de Teófilo, apareció dibujada con rasgos inconfundibles la imagen de los tres Arcángeles llevando al cielo a un viejo pastor. Mientras abajo, muy pequeños, se veía a varios hombres  muy  elegantes subidos en un carro de caballos que jamás sabría  nada acerca del destino.

Javier Bris Pertíñez del libro: “Cartas para un opositor. El club de las segundas oportunidades”

 

La pregunta que yo te planteo ahora es: ¿Crees que si trabajas con avidez, constancia y quizá algo de técnica y planificación… podrías llegar a realizar el dibujo de tu propio destino?

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