TRANSICIÓN
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Parece ser que fue Charles Darwin quien pronunció aquella mítica frase: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más inteligentes sino aquellas que se adaptan mejor al cambio” Aunque fue pronunciada hace casi dos siglos esta afirmación está ahora más vigente que nunca.
Leemos las noticias y observamos que la palabra “rebrote” se ha convertido desde hace semanas en algo cotidiano que se repite una y otra vez. Por otro lado escuchamos a los expertos hablar de las proyecciones económicas y todos sentimos un escalofrío por la espalda. Aparece la palabra miedo como la emoción primaria del animal, más o menos racional, que vive en cada uno de nosotros.
Si hacemos un esfuerzo por leer las «entrelineas» de estos dos grandes problemas que nos preocupan a todos (el sanitario y el económico) yo creo que se nos están dando dos mensajes claros: UNO- Es necesario cambiar y DOS – No podemos hacerlo de forma individualizada, hemos de cambiar todos juntos de manera coordinada.
Respecto al primer mensaje: ¿Cambiar en qué? Pues en muchas cosas: nuestra manera de divertirnos, de relacionarnos, nuestra forma de trabajar e incluso cambiar en nuestra manera de producir.
Cada profesión justifica su existencia en una sociedad en tanto cubre alguna necesidad que esta sociedad tiene. Cuando la sociedad modifica su necesidad la profesión que la satisfacía tiene que cambiar también para mantener, como diría Darwin su propia supervivencia.
El cambio para sobrevivir en la situación actual es algo mucho más complejo que decir: “yo me adapto al cambio… ahora hago teletrabajo”
Se trata de un cambio estructural. Se trata de un cambio que responda a preguntas como: ¿Qué nuevas necesidades tiene ahora la sociedad para la que trabajo? Y en consecuencia: ¿Qué puedo yo aportar en la cadena de acciones que son precisas para satisfacer estas necesidades? Para dar respuesta a estas preguntas uno debe situarse en una posición realista, valiente y también creativa. Con lápiz y papel en blanco.
Estoy convencido de que quien responda correctamente a estas cuestiones asegurará no sólo un puesto de trabajo sino algo todavía más importante: el servicio a una sociedad que se ha visto sumida a un proceso de transición que no ha elegido libremente pero que está generando muchas necesidades por cubrir.
En cuanto al segundo mensaje: el cambio hemos de hacerlo juntos y de manera coordinada. Si algo nos ha enseñado la crisis del COVID es que no sirve de nada utilizar un pensamiento egocéntrico. No sirven pensamientos del estilo de “como yo no soy de riesgo puedo pasar de las medidas de prevención” o “como mi puesto de trabajo es fijo… a mí no me va a afectar la crisis económica…” No. Esto no sirve. A todos nos influye por múltiples razones lo que sucede en nuestro entorno y aunque uno no sea de riesgo puede que una simple travesura social dé lugar a un drama para decenas de familias. Lo mismo que aunque uno crea que tiene sus ingresos garantizados, la situación global de un país pobre y endeudado repercutirá irremediablemente en su propia economía.
Necesitamos cambiar y necesitamos hacerlo de manera coordinada entre todos. Esto me hace de nuevo enfrentarme a una pregunta que no dejo de hacerme desde hace bastante tiempo ¿Esto quien lo puede liderar? ¿Quién tiene suficiente inteligencia, suficiente altitud de miras? ¿Quién es lo suficientemente válido y buena gente como para mirar por el conjunto de una sociedad que le necesita? ¿Quién podría llegar hasta allí y mantener su misión sin distraer la atención en objetivos particulares?
Ahora más que nunca necesitamos este tipo de liderazgo. Porque como dijo de J. Donne entorno al siglo XVI : “ningún hombre es una isla entera por sí mismo” en un poema que seguramente todos habremos escuchado alguna vez:
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti.
(Por quién doblan las campanas. John Donne (1572-1631)
Basta con salir a la calle para darnos cuenta de que vivimos en una época de transición. Puede que algunas cosas vuelvan a ser como antes pero otras muchas deben dar una vuelta de tuerca en su proceso evolutivo. Todos necesitamos ajustar los engranajes de nuestra propia existencia y todos nos necesitamos a todos.
El destino al que vamos es aún desconocido pero, lo creamos o no, el viaje ha comenzado.
Javier Bris Pertíñez